Arrancamos en el apasionante mundo de la protección de datos. Hace ya unos cuantos años, la Ley Orgánica de Protección de Datos cayó en mis manos. Al principio, la miré como cualquier otra norma, incluso de su primera lectura no deduje que entrañase tantas y tantas cosas que luego he ido descubriendo.
Durante casi diez años he contemplado su devenir: sus modificaciones y adaptaciones a las nuevas circunstancias, su conflicto con otros derechos y con aquéllas otras realidades que han ido surgiendo (como las redes sociales, por ejemplo) y en ningún caso ha dejado de sorprenderme.
Todo ello, quizás, porque bajo ella subyace un potente derecho fundamental, la protección de datos, que conjuga derecho, intimidad, vida, trabajo, desarrollo personal e intelectual, etc. Soy una firme defensora de la protección de datos, de hacer que la gente tome conciencia de qué pueden hacer y de qué no con su información personal, de enseñar a tratar los datos con diligencia, como si de los tuyos propios se tratase. Pero, a su vez, entiendo que en muchas ocasiones es difícil poner en consonancia la citada protección con el desarrollo de las actividades profesionales y de los negocios.
La protección de datos como teoría está clara y si alguna duda genera los Tribunales nos ayudarán a resolverla, pero en la práctica es donde reside la dificultad y no es sencillo que alguien sin conocimientos pueda aplicarla tal como debe hacerse.
Desde que esa Ley cayó en mis manos también cayó sobre mí la responsabilidad de ayudar en su aplicación a empresas y profesionales. Esa ha sido mi andadura durante todo este tiempo y espero que no deje de serlo.
En este blog trataré de acercar la protección de datos a todo aquel que se interese por este tema, publicando noticias, Resoluciones, Sentencias, etc., referentes a él.
Muchísimas gracias para todo aquel que lo lea o siga.
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